Casa, departamento, oficina, loft, vivienda colectiva, casas rodantes... Cada tipo es un mundo para cada persona. Y como millones y millones de personas que somos, son millones y millones las formas de vivir. En este caso queremos, a partir de una imagen que nos propone Federico Pazos (http://fedepazos.blogspot.com/), tratar a la arquitectura como interior, o exterior.
En una imagen incierta en descubrir si esta chica está fóbica, desesperada, al borde de tocar la locura, por tomar una decisión: el picaporte en su mano, temerosa, puede ser tanto una interpretación del entrar como del salir, no sabemos hacia donde va (por lo menos en primeras lecturas de la historia). Entonces podemos deducir que nuestro espacio habitable cotidiano es nuestra burbuja, nuestro útero, nuestra segunda piel, muy delicada y de la que disfrutamos con todas las condiciones para permanecer en ella, hasta eternamente. O... que nuestro "dormidero" no son más que cuatro paredes, sin alma, hasta tenebroso, que no nos trae recuerdos de nada, ni nos genera nuevos. Más asociado a un calabozo de felicidad, sin luz, sin vista, con un silencio agudo ensordecedor, penetrante.
Y nuestra protagonista está por entrar a uno de estos dos mundos. ¿Cuál?
En mayor o en menor proporción, nuestra disciplina se reduce a esto, a generar uno de estos mundos. Somos los encargados de hacer que esta historia tenga sentido, de hacer que la gente quiera entrar o salir.
(Excelente dibujo-croquis de Federico)
Salute y hasta la próxima...
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